Creo que fue en el verano de 2009
Sí, lo sé... ¡oye! Nada del otro mundo; ni mucho menos romántico, pero casual...
Conste, yo no quería ir... ¡fueron ellas! Mis amigas, después de tanta insistencia lograron convencerme de ir a por unos tragos. Al llegar, un pequeño grupo de chicas y claro, "el mundo un pañuelo, amigas de mis amigas”...
Nuestras miradas se cruzaron...
Un saludo seco y rápido a distancia con un simple y frío gesto...
¡Vaya qué hacía frío esa noche en pleno verano, dentro y fuera del bar!
¿Por qué me mirabas tanto? ¿Por qué me mirabas?
Yo te miraba, porque tú me mirabas...
Hasta que decidí ponerme de costado, para no verte.
Polos opuestos...
Te reías mucho y conversabas con todas, menos conmigo...
¡Por suerte estábamos lejos!
Yo me mantenía en silencio solo observando el ambiente...
No es que no me hicieran gracia tus incontables chistes, es que ni siquiera prestaba atención a lo que decían en general, y cuando me daba cuenta, ya era demasiado tarde; ya todas estaban riendo... Intentaba escucharlas, pero la verdad es que no me interesaba... Yo solo lanzaba miradas y recuerdo haber sonreído en par de ocasiones...
Hasta que no lo aguantaste más, y sí... ¡lo soltaste!
¿Y ella?, ¿ella es autista o qué?
Fue tan solo entonces que te presté atención...
Lógico, lo habrá escuchado hasta el dueño del bar...
Di media vuelta, te miré directamente a los ojos, sonreí y dije: depende... y volví a ignorarte.
No supiste manejar la situación, escuché que preguntaste a mis amigas si qué pasaba conmigo... a lo que ellas respondieron que yo soy así cuando no conozco a todas, pero que en verdad soy “un ser sociable” aunque no lo parezca.
Creo que eso te animó y claro, volviste a vociferar...
-¡Oye tú, la autista! No te alejes tanto, ven aquí...
-¿Y por qué no vienes tú? -respondí.
¡No se diga más!, -vaya- ¡te levantaste sin pensarlo dos veces!
Tú, una mujer inteligente y muy bonita...
Te sentaste a mi lado para saciar tu curiosidad...
Nos pasamos la noche hablando, y desde ese momento te enseñé y te mostré
-que si yo quería- te llevaría donde yo quisiera esa noche, y así fue...
Una vez “allí” recuerdo que dijiste...
¿Quién iba imaginar que la niña autista sería... de esta forma?
Solo te miré, sonreí, mordí tus labios y continuamos...
“Las personas calladas” tenemos: las mentes más sucias, ruidosas y peligrosas...
No es lo mismo ser callada, a ser tímida, y de tímida... nada.